Vos y yo somos parte de una sociedad que sobrevalora la productividad y privilegia el hacer antes, incluso, que el Ser. Pero quizás, como a mí, a vos también la vida te empujó a mirarte desde otra perspectiva, a considerar que no nacimos solo para ser productivos y estar ocupados todo el tiempo.
Entonces nos surge la pregunta de si realmente es necesario vivir tan ocupado, más allá de generar ingresos para mantener un determinado estilo de vida. Quizás va siendo momento de recordar, a modo de pregunta, aquel título del gran Roberto Fontanarrosa: “El mundo ha vivido equivocado”.
Ante esta idea de ser parte de un “mundo equivocado”, ¿es posible que estar ocupados sea la gran trampa para no mirarnos, para no escucharnos y mucho menos sentirnos? Lo cual, a su vez, ¿nos impide accionar en coherencia? Quizás es tiempo de generar un movimiento casi silente que nos impulse a preguntarnos por el sentido de la vida, alejado de dogmas religiosos, filosóficos y partidarios. Empecemos a interrogarnos frente al espejo, con crudeza y honestidad. Así como promovía Mario Benedetti en su hermoso poema Pausa:
De vez en cuando hay que hacer
una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.
Y ante el desafío de cantarnos las verdades, examinemos: ¿Realmente queremos ser quienes estamos siendo? ¿Nos sentimos a gusto con nuestro hacer? Y ya que estamos, ¿somos coherentes con lo que sentimos y hacemos sobre esta “bolita cachuza” (como la llamó Lito Vitale) llamado planeta Tierra?
¿Nos reencontramos en un próximo artículo? Gracias por llegar hasta acá.
Con cariño, MdelC.